lunes, 2 de julio de 2012

Impactante

Alardean por todas partes de que hay que currar para salir de la crisis y así se auto-convencen de una mentira, de que van a salvar el mundo continuando con su mediocre estilo de vida. Pero nada más lejos de la verdad. Nuestro mundo lo sustenta el otro mundo, el que está en ruinas y a muy pocos parece importarnos. Son niños como los de la foto los que producen nuestros deseos de plástico, nuestro puto bienestar occidental de caucho y artificialidad para luego enviar esas mercancías a los escaparates donde seres sin ninguna razón para existir más allá de consumir para sonreir los admirarán y comprarán sin reparar en el hecho de que con cada nuevo DVD, con cada nuevo par de zapatillas, con cada hamburguesa en el MC Donald's, lo único que logran es que situaciones como las de la foto sigan ocurriendo para que aquí, zombis sin raíces y sin esencia sigan desperdiciando su vida entre humillaciones y jornadas extenuantes a cambio de un salario de mierda con el que poder seguir comprando.

miércoles, 27 de junio de 2012

Desobediencia.

El dominio está legislando y criminalizando todo aspecto de la vida. El espacio está siendo privatizado y racionalizado según lógicas de mercado. El comportamiento está siendo estandarizado y todo lo que se escape de esos comportamientos diseñados es propenso de ser vigilado y perseguido. Los precarios son cada vez más y por ende son cada vez más los excluídos. El desarrollo normal de esta sociedad no es otro que la paulatina evolución hacia un totalitarismo mayor que no sólo afecte a lo político o a lo económico sino a todas las esferas de nuestras vidas (relaciones, deseos, sentimientos, tiempo, espacio, realización personal...). Saben perfectamente que la sociedad que están creando reventará algún día.

domingo, 13 de mayo de 2012


Get a job.Go to work.Get married. Haveildren.Follow Fashion. Act normal.Walk on the pavement . Watch TV. Obey the law . Save for your old age. Now repeat after me : " I AM FREE "                            


 A la gente les desagrada ver por la calle frases escritas en los muros porque les hace pensar. Es triste, pero es la conclusión que yo, al menos, he alcanzado. Sus vidas se rigen por compartimentos estancos, realidades estáticas en las que moverse como autómatas, de una a otra, sin darse cuenta de que todo es parte de lo mismo, de que sus vidas están vacías y de que persiguen el oasis de una felicidad que ni siquiera conocen, que la publicidad les ha hecho codiciar, consumir y acumular en un rincón. En un contexto así, cuando la gente sale a la calle sale con prisa,  a comprar, a dirigirse a su puesto de trabajo o al instituto o a la facultad, al médico... y no soportan que, en ese momento, alguien les diga que, en realidad, lo que están viviendo no es real, que son vidas ficticias diseñadas y puestas ante sus ojos para ocultar la realidad del conflicto, de ese conflicto que cada noche hace que les asalte la duda y que una voz en su cabeza les grite "¿Hay vida antes de la muerte?".
Es curioso, pero las pintadas es como la violencia. La gente día a día es testigo de grandes dosis de violencia. La miseria en sus barrios, la brutalidad policial, los talegos, la droga, el trabajo explotado, los destrozos en el medio ambiente, el vivir con frustración y miedo... son cosas que, a la larga, les vuelven impermeables, interiorizan la necesidad y naturalidad de esa violencia y la toman por lógica o por normal. La violencia, como todo, tiene una serie de espacios en los que ocurrir, en los que desenvolverse. La gente, inmune a la violencia cotidiana, paga entonces por ver la violencia en las corridas de toros, en los combates de boxeo o en las pelis norteamericanas de acción. Sin embargo, es cuando esa violencia se sale de su cauce y se convierte en incontrolable para pasar a ser una expresión del descontento emergente entre las clases más puteadas por esta sociedad, cuando se convierte en un problema y es rechazada.

En un mundo paralelo.



La Internacional Situacionista decía que donde acaba la realidad, comienza la fiesta.
Donde el espectáculo no puede cegarnos, donde nuestras relaciones son verdaderamente humanas, sanas y sinceras, donde el fuego consume las ruinas de un mundo en guerra permanente, donde la pasión rompe la rutina, donde las ganas de vivir vencen al miedo o al aburrimiento, donde los sueños se hacen realidad, donde la realidad no actúa como mediadora entre el/la sujeto y sus experiencias, donde construimos nuestras vidas en colectivo. Allí empieza la fiesta.